Por Miguel Chajín Flórez
El éxito no es un paso a paso, como un método o un camino tal como nos lo representamos, en la que hay etapas que deben darse una y luego otra, y así en un proceso continuo de lo simple a lo complejo, de abajo hacia arriba o como quiera que se piense un recorrido.
La mejor forma de pensar el éxito es la frase de Jesús: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Si se piensa la verdad, no existe algo que sea progresivamente verdad, es decir, lo es en su totalidad o no lo es; no hay medias verdades y medias mentiras; igual que la vida, o se está vivo o se está muerto, y aunque la idea de que un niño tenga más vida que un anciano, como si hubiese un recorrido o camino, la vida y la muerte, se tiene o no se tiene; así es el éxito, se tiene o no se tiene en un instante, y en cada instante, como se puede pasar de la verdad a la mentira y de la vida a la muerte a la velocidad de un pensamiento.
Si seguimos con la comparación, si Jesús es el camino, en un instante, cualquiera puede permanecer en el camino o salirse de este; estar en el camino es tener éxito y salirse es perderlo; como el que conduce un vehículo, mientras permanezca en la vía tiene éxito, pero salirse de este puede llevar a la muerte, así que la vida no está en llegar a la meta sino en permanecer en la misión y visión, es decir en el camino; por algo el cristianismo antes de recibir ese nombre se le llamaba “El camino”. La autonomía consiste en retener el éxito a cada momento, y el emprendimiento en poder proyectarse al futuro.
Dejar de ser autónomo, es decir, perder el dominio propio puede implicar la derrota; Sansón es una buena historia de lo que significa perder el éxito en un momento dado, y el Rey David también vivió una derrota de este tipo; vuelve a ser un punto critico pasar de la victoria a la derrota y levantarse para nuevas victorias.
La mejor forma de aprender la idea sobre el camino al éxito es ver el crecimiento de un niño, porque antes de caminar se caerá muchas veces, y gran parte de la vida está llena de muchas batallas perdidas y ganadas, el asunto es no retroceder y siempre mantenerse en el camino. La parábola de los talentos muestra que el problema no es la cantidad de lo que se produce sino la actitud frente a las tareas, proyectos, compromisos o responsabilidades.
Toda empresa se gana o se pierde de acuerdo a cada minuto que se está o no en el camino del éxito; ya somos exitosos cuando reconocemos que podemos decidir la manera como afrontamos cada momento de la vida; así puede decirse, que perder es dejar de luchar; el éxito es vencerse a sí mismo en cada momento; no es una lucha con otros o contra otros, sino un modo de ser, en la que permanentemente se está en construcción.
El éxito no es cuestión de suerte; es lo más racional que puede existir, pues todo trabajo tiene frutos y todo esfuerzo recompensa. Hasta la llamada ética protestante en la visión weberiana se reconoce el premio por el esfuerzo y la disciplina, y el libro de los Proverbios del Rey Salomón está llenos de reflexiones sobre el tema.
Las actitudes van más allá de los temperamentos, pues una inclinación natural no significa que de allí se salte al comportamiento. Entre el temperamento y el comportamiento están las actitudes y estas pueden modelarse, incluso en contra de los deseos, temores, y otros factores personales y del contexto.
Es entendible que los deseos y temores influyen en el comportamiento, pero también el conocimiento y la conciencia de sí mismo, así que el camino hacia el éxito requiere un modelarse así mismo, y en contra de muchos de sus deseos y temores.
Adquirir sentido y convicciones permiten hacer prevalecer las actitudes sobre lo emocional; de esta manera, el éxito consiste en la actitud de ser exitoso. Obviamente la anterior definición tiene una marco ético y moral.
IDEAS PARA REFLEXIONAR
¿Se considera usted una persona exitosa?
¿Puede hacer una lista de todas sus derrotas y victorias?
¿Ha pensado qué emociones debe dominar para ser exitoso?
Identifique las acciones más significativas en su historia de vida.
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