Por Miguel Chajín Flórez
La trascendencia es la necesidad humana más ignorada y la más importante de todas. Quizá una de las maneras cómo desde la psiquiatría y psicología se introduce el tema de la trascendencia como una necesidad humana es con la búsqueda de sentido; pero aparece de muchas formas, como, por ejemplo, la identidad personal, la búsqueda de reconocimiento, autoestima, entre otros temas.
La filosofía existencial tiene mucho qué decir desde quienes no encuentran sentido a su vida; igualmente desde la Sociología puede entenderse como el motor del desarrollo humano y social, y obviamente desde la Antropología, pues toda sociedad, desde la más primitiva hasta la más compleja, tiene orientación hacia lo trascendente, sea a través de los mitos y religiones sobre el origen y/o futuro, como también ocurre en la sociedad moderna con las utopías e ideales de progreso y desarrollo.
Obviamente la psicología y la psiquiatría tiene mucho que decir en el tema del sentido, desde la llamada psicología existencial y la logoterapia.
Muchas veces el tema de la trascendencia toma el rumbo religioso, y los libros sobre consejería bíblica abundan, escritos por psicólogos y psiquiatras, entre otros profesionales, y el tema central es la necesidad de trascendencia humana, asociado a diversidad de referentes como por ejemplo el manejo del dolor, las pérdidas y la necesidad de amor. Nadie está más cerca de la insania mental que quien no le encuentra sentido a la vida.
La trascendencia es la esencia de los talentos, pues lleva a la pregunta de quienes somos y para donde vamos; así que no es suficiente identificar los talentos o desarrollarlos, sino para qué lo hacemos; por eso la Talentología explora la esencia del ser humano; así que propone un viaje hacia adentro de sí mismo, para luego hacer el recorrido hacia afuera. Encontrará que la necesidad de trascendencia, la búsqueda de sentido y la necesidad de amor subyace al ser humano, y estas se encuentran ligadas, y desde allí se puede no solamente explorar la historia personal y de la sociedad, sino reconstruir la manera de entender la vida, y, mucho más que eso, darse la oportunidad de cambiar para bien.
La realización personal no tiene que confundirse con la comodidad emocional de quien se adapta, porque no es capaz de pagar el precio del riesgo de caminar en lo desconocido.
Una cosa es la conformidad y otra cosa es el conformismo; pues la conformidad lleva a que mientras se lucha, parte de la energía de mantenerse en pie, luchar contra todo tipo de obstáculos, incluso hasta la oposición o el pesimismo de su misma familia, o levantarse después de una y otra pérdida, proviene de una fuerte convicción con una visión y misión de la vida; pero, el conformismo es una adaptación por impotencia, o rendirse de luchar por temor, por indolencia o desesperanza aprendida, por mediocridad, y cualquier otro tipo de pensamiento, donde se aprende y acepta desventajas, humillaciones, e irrespeto a la propia dignidad del ser humano.
Si hay algo poderoso es la fe, y esta es trascendente, cuando está centrada en la gracia o la ayuda de Dios para vencer. Esta necesidad de trascendencia es la que se evidencian en los grupos que Max Weber llamó ética protestante.
Pero también la trascendencia tiene otros lados, como quien vive para el placer, el poder, el prestigio y la búsqueda de seguridad, que son los motores de los temperamentos; así que temperamento y talentos están ligados, porque cada temperamento está inclinado a ciertas creencias que dan sentido a la vida.
REFLEXIONES SOBRE EL TEMA
¿Tienes definido el sentido de tu vida?
¿Qué es lo más importante de tu vida, que te da razones para luchar y soportar todo tipo de adversidades?
¿Ya escribiste la misión y visión de quién eres, qué haces, y qué quieres lograr en tu vida?
¿Te animas a elaborar un plan de desarrollo personal, para 5, 10, 20 y más años?
¿Qué quisieras ser y tener al final de tus días?
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